La COP25 finaliza sin conclusiones en torno a un nuevo modelo de transformación energética
Durante las últimas dos semanas hemos visto cómo la COP25 acaparaba todas las portadas e informativos de nuestro país e incluso muchas conversaciones a pie de calle. Pese a esta enorme atención recibida, la Conferencia ha finalizado -dos días después de lo que debería- sin llegar a nuevas conclusiones más allá de las alcanzadas en el Acuerdo de París, o medidas concretas en los puntos más relevantes que agravan el cambio climático, como la reducción de las emisiones, el modelo de transformación energética y la regulación de los mercados de carbono.
Estos puntos, junto a muchos otros, se han quedado en el aire, con un limitado compromiso adquirido por algunos de los países que no conllevará consecuencias tangibles al menos hasta la celebración de la próxima Cumbre del Clima, la cual se celebrará en noviembre de 2020 en Glasgow.
La COP25 no ha supuesto avances relevantes en cuanto a lo aprobado en el Acuerdo de París, que tiene algunas de sus fechas límite establecidas en 2020. Por esta razón, desde el punto de vista técnico, la Cumbre ha sido catalogada por muchos de los representantes de organismos y asociaciones como “un fracaso”.
Una transición energética urgente que no termina de llegar
El sector energético español albergaba la esperanza de que esta Conferencia sirviese para asentar por fin las bases del cambio de modelo energético. Aeversu, como Asociación de Empresas de Valorización de Residuos Sólidos Urbanos en España y Andorra, ha seguido con interés las novedades en torno a este debate, el de implementar un modelo energético más sostenible y actualizado.
La energía que produce Aeversu está catalogada como renovable, al menos en un 50% según la Unión Europea ya que la mayor parte de su origen proviene de la biomasa.
En España más del 38 % de la electricidad fue de origen renovable en 2018 y, de hecho, nuestro modelo ha servido de inspiración para otros países. Por el contrario, aunque se trata de un modelo cada vez más integrado, su implementación es más lenta de lo que debería. La transición energética hacia un uso de energías renovables y más respetuosas con el medio ambiente es un proceso que debería aplicarse con la máxima urgencia posible.
La energía de los residuos
Mediante la valorización energética, los asociados de Aeversu transforman el residuo que ya no se puede reciclar en energía, que puede ser suministrada en forma de electricidad, vapor o agua caliente.
En 2018 trataron 2.581.292,00 toneladas de residuos no reciclables, con lo que produjeron cerca de 2 millones de MWh de energía, suficiente para abastecer a aproximadamente 500.000 viviendas.
Todo lo que hacemos en nuestra vida diaria tiene una huella de carbono, es decir emite CO2 equivalente. Desde ir en autobús al trabajo, a cocinar o hacer la compra. Por ello, la energía de los residuos es capaz de erradicar un gran porcentaje de las emisiones diarias de CO2 y metano que provienen de los sistemas de calefacción y refrigeración de los que disponemos en nuestros hogares.
Este tipo de producción de energía puede desempeñar su papel y crear sinergias con la política climática y energética de la UE. Bajo la premisa de relegar el vertido a última opción, Aeversu aboga por respetar la jerarquía de residuos, priorizando la reducción, la reutilización y el reciclado, tras lo cual llegaría la recuperación de energía.
Reducción de las emisiones y la regulación de los mercados de carbono
En cuanto a la reducción de las emisiones y la regulación de los mercados de carbono, como ya avanzábamos, la Conferencia no ha arrojado nuevas conclusiones. Si bien es verdad que 84 de los 195 países (entre ellos Francia, Alemania, Reino Unido y España) se han comprometido a presentar objetivos de reducción de emisiones más ambiciosos en 2020, no lo han hecho los siguientes: China, Estados Unidos, India y Rusia, países que generan un 57% de las emisiones globales.
Como punto significativo, durante las últimas semanas tampoco se ha completado -como se esperaba- el desarrollo del artículo 6 del Acuerdo de París, el cual trata sobre la regulación de los mercados de carbono, pendiente desde la COP24 de 2018, y que se posterga ahora hasta la COP26 en noviembre de 2020 en Glasgow.
El principal objetivo puesto en la COP25 era legislar para reducir las emisiones globales con la mayor celeridad posible. Actualmente la regulación de los mercados de carbono aún permite que países y empresas con unos niveles de emisión superiores a los que tienen establecidos puedan pagar a otro para que reduzca la cantidad de gases equivalente.
Por lo tanto, las conclusiones en torno a este tema serían negativas ya que el acuerdo de mecanismos para comerciar con las emisiones en vez de lograr una reducción real de las mismas sólo actúa como parche temporal e ineficaz a un problema mayor.